Quizá emprender no es para todo el mundo
Si estás pensando en independizarte, emprender o simplemente cambiar el rumbo de tu vida profesional, déjame decirte algo: no es un paso sencillo, y definitivamente no es para todos. Antes de quemar los barcos, asegúrate de que estás bien preparado, con las herramientas y estrategias necesarias para ganar la batalla. Porque, como en toda guerra, no se trata de valentía, se trata de estrategia.
Quemar los barcos: ¿heroísmo o locura?
Alejandro Magno ordenó quemar las naves que llevaron a su ejército a la costa de Fenicia para que no tuvieran opción de huir. Era ganar o morir. ¿Motivación extrema? Sí. ¿Un poco radical? También.
Para emprender, a veces es necesario quemar los barcos. Sin vuelta atrás, sin la tentación de regresar a la seguridad de lo conocido. He visto todo tipo de historias, desde aquellas que inspiran hasta las que frustran. Por ejemplo, está el que se ve obligado a emprender porque pierde su empleo y no encuentra otra opción. En estos casos, muchas veces la desesperación toma las riendas: intentan hacer de todo, se desenfocan, prueban sin éxito una cosa tras otra y, al final, sienten que están dando vueltas en círculo sin avanzar. El único alivio que encuentran es regresar a la estabilidad lo más pronto posible.
Otros, en cambio, ven en el momento de crisis del desempleo el detonante para sacar lo mejor de sí mismos. Convierten la dificultad en una oportunidad y logran establecer negocios súper exitosos.
Y luego está el que siente un llamado a emprender. Deja su empleo actual porque no lo llena, porque no resuena con sus metas de vida o porque está cansado. He visto gente en este grupo que toma la decisión y les va increíblemente bien. Multiplican sus ingresos, logran cosas que nunca imaginaron y encuentran un propósito que da sentido a todo.
Pero también están aquellos que, pese a tener un gran potencial y un buen comienzo, se rinden a los pocos meses. El miedo a la incertidumbre los lleva a volver a la seguridad de un empleo fijo, aunque eso signifique renunciar a su sueño y regresar a lo que Robert Kiyosaki llamó “la carrera de la rata”.
Yo misma, después de 21 años trabajando de forma independiente y siendo empresaria, les confieso que he tenido momentos de duda. ¿Cuántas veces me he dicho: “Migo misma: ¿por qué no busco un trabajo estable en una transnacional o en el gobierno? Así me ahorro angustias, tengo estabilidad y vivo más tranquila”.
Pero luego me acuerdo por qué elegí este camino y se me pasa. Quiero llevar a mis hijos al colegio, estar en sus partidos de fútbol, practicar mi deporte, acompañar a mi mamá al médico sin pedir permiso a nadie. Sí, hay días que trabajo hasta la madrugada, pero también me doy el lujo de tomar más vacaciones que las que podría como empleada. Es una por otra. Ninguna opción es mejor o peor; depende de tus prioridades y objetivos de vida.
Consejos para no morir en el intento
Encuentra tu propósito
Esto es fundamental. ¿Por qué estás haciendo esto? ¿Qué quieres lograr? Si tu vida ya está alineada con tus valores y metas donde estás, tal vez no necesitas emprender. Pero si sientes que algo te falta, hazte la gran pregunta: “¿Qué quiero construir?” Cualquier camino es bueno para quien no sabe a dónde va.
Orden y manejo del tiempo y las finanzas
Aquí no hay espacio para la improvisación. Desde el día uno, sé estricto con tus finanzas. Contrata a un buen contador; sí, uno bueno, aunque sea caro. Rodéate de profesionales que te ayuden a llevar el barco con rumbo fijo.
En esta etapa, tu tiempo se convierte en tu activo más valioso. No pierdas tiempo en reuniones innecesarias o extensas. Escoge cuidadosamente a qué dedicas tu tiempo, evita distracciones y recuerda que no todas las oportunidades valen tu esfuerzo. Prioriza lo que realmente aporta valor y está alineado con tus objetivos.
La importancia de la constancia
Habrá días en los que nada saldrá bien. Quizá te preguntes si tomaste la decisión correcta. La constancia es más importante que la motivación. No siempre estarás motivado, pero incluso sin motivación, sigue adelante. Recuerda: hasta las piedras más duras ceden ante el golpe constante del agua. Si las cosas no salen como esperabas: detente, evalúa, ajusta, mejora y sigue. El camino se construye paso a paso.
Diseña una estrategia clara
Un objetivo sin un plan es solo un deseo. Traza un plan claro. Antes de comenzar, haz un inventario de los recursos con los que cuentas: tiempo, dinero, contactos, habilidades. Diseña una estrategia iterativa, realista y con un plazo definido. Recuerda que no se trata solo de soñar, sino de construir un camino sólido hacia tus metas.
Resiliencia: aprende de los golpes
El camino será duro. No te rindas al primer golpe, ni al segundo, ni al tercero... A veces, el éxito está justo al lado del fracaso. James Dyson, pasó cinco años creando 5,126 prototipos fallidos antes de desarrollar la primera aspiradora sin bolsa que revolucionó la industria. ¿Su secreto? No ver los fracasos como derrotas, sino como pasos necesarios hacia el éxito. Así es el emprendimiento: cada golpe es una lección, y cada lección te acerca más a tus metas.
Aprende constantemente
Nunca dejes de capacitarte. Vuélvete un eterno aprendiz. Cada día es una oportunidad para aprender algo nuevo: de lo que haces, de lo que hacen otros, de lo que funciona y de lo que no. Invierte tiempo en perfeccionar tu profesión y en crecer mental, emocional y espiritualmente como persona. El aprendizaje constante es la clave para mantenerte vigente y a la vanguardia; se convertirá en tu principal ventaja competitiva.
Reflexión final
No romanticemos el emprendimiento: no es un paraíso ni un camino dorado hacia la libertad financiera. Hay sacrificios, incertidumbre y momentos de duda. Pero también hay libertad, aprendizaje y la posibilidad de construir algo propio.
¿Es para todos? No. Muchas veces es mejor tener un empleo fijo y está bien. Lo importante es que elijas el camino que se alinea con tus metas y tus prioridades.
Al final, no se trata de heroísmo ni de locura; se trata de saber qué vale la pena para ti. Pero si vas a emprender, quema los barcos.