¿Qué pueden tener en común una colonoscopía y tu próxima conferencia?

¿Qué pueden tener en común una colonoscopía y tu próxima conferencia?

Sí, estamos por hablar de colonoscopías, conferencias, charlas, talleres, formaciones y otro tipo de intervenciones en el mismo artículo. Suena raro, pero te prometo que tiene todo el sentido del mundo (y un estudio que lo explica).


El experimento que nos hizo mirar diferente los finales

En el libro Hábitos Atómicos, James Clear cita un interesante estudio: investigadores analizaron cómo los pacientes calificaban la experiencia de una colonoscopía según cómo terminaba el procedimiento.

La mayoría de procedimientos médicos son incómodos y desagradables. Y las colonoscopías encabezan la lista de los menos queridos por la gente; es desagradable solo pensarla.

En el estudio, el grupo A tuvo una colonoscopía estándar. El grupo B, en cambio, vivió una versión un poco más larga: se extendió el examen por cinco minutos más, y se dejaron la sonda dentro del cuerpo… pero sin moverla. ¿La diferencia? El movimiento de la sonda es lo que realmente genera molestia, no el hecho de tenerla puesta.

Cuando se les pidió a los pacientes que calificaran su experiencia, el grupo B —el que soportó cinco minutos más, pero sin dolor— la valoró como menos desagradable que el grupo A. Incluso estaban más dispuestos a repetir el estudio en el futuro.

¿Conclusión? El cerebro humano no evalúa una experiencia por su duración total, sino por dos momentos clave: el más intenso (el pico) y el final. Si el cierre es bueno, lo demás se recuerda con mejores lentes.

Dato al margen: en la medicina de hoy, a la mayoría nos duermen para hacernos una colonoscopía; así que ya no tenés de qué preocuparte.

La teoría del 10% final: el efecto multiplicador

James Clear lo resume de forma simple pero potente: el último 10% de una experiencia puede modificar por completo la percepción del otro 90%. Ese cierre, aunque breve, tiene un peso desproporcionado en cómo se recuerda una experiencia.

Y eso, llevado al mundo de las organizaciones, tiene un impacto enorme.

Aplicado a exposiciones, charlas, capacitaciones y talleres...

En actividades donde usamos metodologías experienciales como la gamificación, el storytelling o incluso la gelotología (sí, el arte de trabajar con el humor), podemos activar emociones, insights y aprendizajes significativos.

Pero si ese viaje termina de forma abrupta, con un “bueno, ya está, gracias por venir”, se diluye buena parte del efecto. Por eso, en Arquen ponemos especial atención en cómo termina cada intervención.

No hablamos solo de cerrar, sino de dar sentido, dejar resonando una idea, habilitar una emoción, dejar una reflexión o facilitar una conexión.

Y no, no hace falta pararse de cabeza, ni usar fuegos artificiales, ni poner música épica. A veces, lo más potente es una pregunta abierta, una invitación a la acción, una historia que conecta o un momento de silencio con propósito.

El cierre es la cereza del pastel

Ese último tramo —el famoso 10%— puede ser lo que haga que tu equipo salga diciendo: “esto valió la pena”. Es el detalle que transforma una buena actividad en una experiencia memorable.

¿Estás diseñando una actividad para tu equipo? No subestimes ese 10% final.

En Arquen te ayudamos a crear experiencias significativas, donde el contenido y la emoción trabajan en conjunto. Y sí, le damos a ese 10% el protagonismo que merece.


¿Querés que tu próxima actividad no sea solo buena, sino inolvidable? Sumale diseño lúdico experiencial con intención. ¡Hablemos! Nosotros sabemos cómo.

"Lo que más recordamos de una experiencia no es cuánto dura, sino cómo termina."

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